Es bien sabido que La Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Estados Unidos no es muy afecta a los géneros de la fantasía, el horror, el cine de súper héroes o la ficción científica; a decir verdad, muchas veces son consideradas como obras menores o que no alcanzan los estándares necesarios para alcanzar premios que no sean técnicos. Prueba de ello es que, en 90 años de Premios Oscar, únicamente una película de esta colección de géneros ha ganado en la categoría de mejor película, El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey. De ahí en fuera, grandes títulos que, un pensaría, merecen la estatuilla –al menos- por mejor guion original, mejor director o mejor película, han quedado relegadas a categorías técnicas; por ejemplo, Odisea 2001 en el Espacio, La Naranja Mecánica, Alien, Star Wars, Mad Max: Fury Road o Inception son algunas de las nominadas que no pasaron de la primera hora de la ceremonia.
Se dice, incluso, que hay fórmulas infalibles para asegurar tu victoria como mejor película en los Óscares: película histórica/de guerra, un drama; de preferencia, que sea biográfica y, si es posible, sobre un artista; específicamente, actores, escritores o directores. Recordemos que el jurado calificador está compuesto, en su mayoría, por gente del gremio, tanto en activo como retirados y que les encanta verse reflejados en las películas que tienen que elegir. Dicho lo anterior, es un gran gusto decir que la maldición para la ficción científica por fin se ha roto en 2018 con La Forma del Agua. Si bien la película no podría de ninguna manera considerarse como ficción científica dura, sí cae dentro del género; más en específico, en el subgénero denominado sci-fantasy o un híbrido entre la fantasía y la ficción científica.
En la última década, nueve películas de ficción científica estuvieron consideradas para llevarse el máximo galardón de la noche: Mad Max: Fury Road, Gravity, Inception, The Martian, La Llegada, Sector 9, Her, Avatar, The Shape of Water; aunque, si consideramos a la ucronía como una forma de ficción científica bajo el esquema de ciencias sociales, serían 10 con Unglorious Basterds, pero eso representaría un debate mucho más académico. Sin duda, todas las anteriormente mencionadas son películas excepcionales por su propio mérito, pero no cumplían con las condiciones ideales de lo que una “mejor película” debía tener o no eran lo suficientemente “serias” o “maduras”, aun cuando muchas, como Mad Max: Fury Road o Inception arrasaron con sus respectivas noches acaparando prácticamente todo premio técnico al que se les nominó.
Con The Shape of Water fue distinto. Quizás por un tema de diversidad, quizás por un tema de inclusión, quizás porque la parte fantasiosa o ficticia estaba lo suficientemente bien diluida o, quizás, sólo por darle crédito a Del Toro, quien llevaba un ímpetu imparable durante la temporada de premios, fue que The Shape of Water logró coronarse sobre favoritas al Oscar, como The Post, Darkest Hour o Three Billboards Outside Ebbing, Missouri. Sea cual fuera la razón, la película embelesó a la crítica y al público, pese a las fuertes voces disidentes, detractores y la ocasional demanda por plagio. Y, pese que a que no es la mejor película del director mexicano y, a consideración personal, ni siquiera la mejor película de entre las nominadas, se agradece que La Academia voltee a géneros que han vivido tan marginados como los protagonistas de sus cintas.
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